La morfología de las hojas

La hoja es una parte vital en la botánica para comprender las necesidades de una planta. No sólo se encarga de realizar la fotosíntesis, sino que, interpretada de la manera adecuada, una hoja puede proporcionar mucha información sobre el origen, la evolución y las necesidades de las diferentes especies.

Las hojas están compuestas por distintas partes, y es importante conocer y saber interpretar cada una de ellas. Las más importantes de una hoja son el tallo, el limbo y la base foliar, la lámina y el pecíolo.

Como introducción a la identificación de plantas según su morfología, podemos apuntar algunos ejemplos muy representativos. La mención de estos ejemplos no es necesariamente una regla, pero sí ayudará a una mejor comprensión de lo que podemos averiguar observando el tipo de hojas de una planta (en este caso haremos referencia a la hoja en sí misma y no a sus partes como el tallo, limbo, base, lámina o pecíolo)

Imaginemos unas plantas con pequeñas hojas aciculares compactas. Cabría pensar que esas hojas evolutivamente están diseñadas para tener poca superficie de evaporación, o que crecen en racimos muy apretados para estar protegidas del frio y de las heladas.

Por tanto, tan solo observando las hojas, se podría deducir que es una planta que evolucionó en terrenos con cambios estacionales marcados, en los que tenía que lidiar con épocas de frio, épocas de estrés hídrico o incluso épocas de fuerte insolación. Ahora, supongamos que la descripción de dicho sistema foliar corresponde a una conífera. ¿Acaso no encajan estas averiguaciones?

Vamos ahora al lado opuesto. Imaginemos que estamos contemplando una planta vascular con hojas grandes, amplias, oscuras y lanceoladas. Probablemente para esta planta es imprescindible tener una gran superficie de evaporación. Es más, las hojas serán lanceoladas porque la planta necesitará deshacerse del exceso de líquido  rápidamente.

El color oscuro de la hoja le permitirá captar la mayor cantidad de radiaciones posible. Quizá se trate de una planta que evolucionó en el sotobosque tropical, expuesta a fuertes lluvias

Ahora imaginemos que observamos una planta suculenta de hojas carnosas, llenas de agua, de textura cerosa e incluso con alguna espina.

En este caso se podría pensar que es una planta que evolucionó para retener agua en su sistema foliar porque en su lugar de origen eran frecuentes los periodos de sequía. Si bien no es una regla infalible, la observación de las plantas nos puede ser de gran ayuda para hallar aspectos de su morfología.

Las diferencias existentes entre las hojas de las plantas son, en la mayoría de los casos, una consecuencia directa de la evolución que ha experimentado la especie o familia de especies a lo largo de los años.

Las siguientes láminas representan algunas de las variaciones de la morfología foliar en distintas áreas de las hojas.